a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _


jueves, 1 de agosto de 2013

El sabio y el necio


El mal siempre es una carencia, una merma, un vacío, una nada.
El mal realmente es una carencia, una merma, una vacío, una nada.

De ese estado carente de plenitud y de vacuidad se siguen unos actos, unas actuaciones, unas actitudes, unos ánimos... tendentes a justificar ese estado deteriorado, caído, dañado, falto, de plenitud perdida.
(uso el verbo seguir por aquello de q el obrar sigue al ser, ampliando el significado de obrar desde los actos concretos hasta el espíritu q los informa o hasta el mismo vivir y estar viviendo)
(y uso el verbo justificar en el sentido de hacer justo, reestablecer, volver a alcanzar la plenitud)

En ese estado de maldad parcial o de bondad incompleta (o imperfecta), el obrar q se sigue, siempre tendente a la justificación, puede tomar dos caminos: el sabio y el necio.

El obrar sabio tiene en cuenta q el ser tiende per se a reestablecerse o regenerarse. todo lo espera del ser en orden a la justificación.
El obrar necio invierte la máxima filosófica de tal manera q quiere alcanzar su plenitud de ser por las obras, es decir, se pasa a considerar q el ser sigue al obrar.
(uso los adjetivos sabio y necio, también usables como sustantivos, en el sentido q le dan los salmos, en especial el primero q es el q ahora tengo más presente)

Así pues, el obrar en cuanto necio q podamos tener hace q el mal se manifieste como algo con sustancia, con entidad. A poco q el ser se empieza a regenerar, el mal q se nos presenta como tremendo, enorme, terrorífico, descomunal, fantasmagórico, ciego e irracional, desaparece, se esfuma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario