a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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viernes, 15 de agosto de 2014

El yo observador y consciente

 

Siguiendo en la línea de los posts recientes, sabemos que tenemos dos yos. Como decía Pablo de Tarso, tenemos dos leyes y hacemos el mal que no queremos y no hacemos el bien que queremos.

Otro aspecto a considerar del ser racional-relacional es su carácter reflexivo, autoconsciente, con consciencia de sí mismo, es decir, puede observarse, analizarse y examinarse. Nos aparece un tercer yo.
Ahora tenemos el yo falso, el yo verdadero/interior y el yo observante/consciente.
He de decir que estas nociones no tienen una correlación con las de la Sicología. Si es posible una estructuración conceptual de todo esto, se parten de bases distintas, con una estructuración distinta y con una metodología distinta.

El yo consciente puede adherirse o identificarse con el yo falso o con el verdadero. El yo falso tiene el atractivo de tender a bienes más inmediatos y de rápida satisfacción (aunque se agoten y tengan un efecto perecedero como una crema antiarrugas o una prenda de moda, y hasta nocivo, como las drogas, sustancias para la rápida musculación, mala alimentación a base de caprichos,...). Además de ese atractivo, el yo falso habla más fuerte, con más contundencia, con más simpleza. Lo que hace que parezca más entendible.
Es más fácil que el yo observante se identifique con el yo falso dejando de observar; o tienda a otorgar al yo falso ciertos deseos. Sobretodo si no conoce al yo interior.

No os resultará extraño que mucha gente no sepa que tiene un yo verdadero. Todo esos falsos y reducidos conceptos de amor lo impide. Podemos decir a alguien en una conversación privada y de fondo: "tú no eres así, estás siendo así". Generalmente encontraremos una reacción de extrañeza u otra más fuerte: la de tacharnos de pirados.

El Corazón no habla fuerte como imponiéndose, ni dando golpes sobre la mesa, ni es tan contundente, ni tan exigente; debemos mirar a largo plazo; parece que se pierde algo de control pues todo deja de depender solo de uno mismo,... Para escuchar al Corazón hay que silenciar al yo falso sin ordenárselo. Sencillamente volver a poner distancia para ser otra vez observador.

El yo observante es quien en algún momento se da cuenta de su mal camino, de su desorientación o quien reaccione ante unos toques del Corazón.
Es el yo observador quien realiza la contemplación y quien decide adoptar la nueva vida de la Vida. Eso sí, hay que estar sobreavisados: el yo falso se las va ingeniar siempre para no morir; lo va a evitar a toda costa y con todos sus medios. Siempre hay que estar alerta: el yo observador no debe desaparecer.

Bueno. Todo esto está muy bien, pero en realidad somos una mezcolanza, más o menos inconsciente, de todos estos yo manifestada como una unidad.
La solución... dentro de tres o cuatro posts.
 

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