a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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lunes, 18 de agosto de 2014

Empezar la Contemplación

 
Partimos de un modelo acerca del interior del hombre (varón y mujer) más o menos estático, distinguiendo sus elementos, naturaleza y funciones.


En el estado originario tenemos al hombre en su unidad e integridad, el verdadero yo que solo ama, por lo que su conocimiento es perfecto. Lo llaman ciencia infusa y lo consideran un Don preternatural.

Es curioso que lo consideremos preternatural y no natural, como un don propio de la misma Naturaleza. Precisamente, el verdadero conocimiento nos viene del "solo amar", no del estudio y la investigación. Son algunos goles que nos sigue metiendo el yo falso en la Doctrina y el Magisterio infalibles de la Iglesia.

Vimos cómo aparece el falso yo, siento totalmente mental, y nuestra capacidad autoconsciente de, al menos, advertir el mal camino con nuestro yo consciente/observante.

El yo observante vive generalmente identificado/adherido con el yo falso y, en ocasiones, con el yo verdadero. En principio, tenemos poca costumbre de mantener a ese yo en sus funciones. No es fácil, es necesario un entrenamiento: detenerse unos minutos diarios dedicados exclusivamente a contemplar y a ampliar la consciencia (que se llama también "despertar").

La naturaleza humana no está absolutamente corrupta, como pensó Lutero (o dicen que dijo). Los muy intelectuales, racionales y mentales sí que tienden a acercarse a ese pensamiento. Tienen cierta consciencia pero viven e intentan vivir buenamente con el yo falso aunque sea con una ascética y una moral heterónoma según su adscripción religiosa.

Lo "gracioso" es que suelen ser pastores y pastorean a sus ovejas en esa ceguera. No me refiero solo a pastores luteranos, sino a sacerdotes racionalistas kantianos que racionalizan hasta el amor para saberlo vivir bien. Así le va a Occidente con la crisis de espiritualidad que padece.

Pero a lo que vamos.


Tal como es necesario el entrenamiento a nivel corporal si queremos ganar en agilidad, flexibilidad, destreza, velocidad, eficiencia,... Así también el alma para estar cada vez más despierta, más consciente y más libre. Algo que poco tiene que ver con la conveniencia, las apetencias, los modelos y esquemas ideológicos, el saber acumulado de las distintas disciplinas científicas,... El verdadero saber se encuentra dentro, el tesoro se encuentra cuando llegamos al fondo (generalmente cuando "tocamos fondo", como se dice).

Acaso no es una premisa previa para contemplar el liberarse de todo eso? El pobre de espíritu es bienaventurado. Y quienes lo comprenden son los sencillos de corazón. Los doctos y sabios del mundo lo ven como necedad o como escándalo.

Se trata de un adanismo? No exactamente, pero tampoco importaría. Al iniciar el Camino y en su transcurso vamos solos y solos aprendemos: nuestro Corazón ya sabe. Solos crecemos en Sabiduría y en Ciencia, en cuanto dones del Espíritu Santo. Y junto con estos, los otros cinco: Inteligencia, Consejo, Fortaleza, Piedad y Temor de Dios (de este último hablaremos próximamente que suele llevar a confusión).

La piedra de toque es el dolor; la clave, el discernimiento; la actitud, desidentificarse con todo y observar; lo fundamental, el Amor: amar y vivir sin el falso yo.

Insistir: para desarrollar esa espiritualidad contemplativa, además de ser un modo de estar viviendo las 24 horas, debemos reservar unos espacios diarios al entrenamiento. Repetidamente nos lo recuerdan las Sagradas Escrituras: clama, no ceses (Is 58,1); estad en vela; siempre con las lámparas encendidas. La contemplación es un estado sin solución de continuidad.

A más consciencia, más vida del yo verdadero, más Vida, más Amor y más felicidad. Nuestra consciencia quiere vivir identificada con el yo verdadero.

Y... cómo empezar, cómo se hace?

Si nos hacemos muchas preguntas no empezaremos. Se trata de empezar sin saber. Hay que despreocuparse respecto al no saber: vamos a estar así durante toda la vida. Acaso hay alguien que esté en disposición de enseñar cómo hacerlo? Hay grandes maestros, pero si no trascendemos sus letras nos quedamos como gallinas en el corral.

"Tú, en cambio, cuando vayas a orar, 'entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora' a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará" (Mt 6, 6).

Se requiere un espacio de soledad, silencio y recogimiento, sabiendo y siendo conscientes de que Dios está presente. Un espacio donde los sentidos corporales entran en descanso. Exteriormente, no hay nada que ver, ni oír, ni gustar, ni tocar,... Con la consciencia de que Dios está presente: Dios presente en nuestro interior, en nuestro Corazón que es el yo verdadero. Realmente, el santuario de Dios es nuestro Corazón. Nuestro yo interior es la verdadera imagen y semejanza de Dios.

Es pues esencial contar con esa Presencia en nuestro interior: ansiarla, desearla, quererla, amarla. Sin ser unos iluminados, sin fantasías, con serenidad, con paz.

El recogimiento o descanso de los sentidos (corporales) implica también tranquilidad, liberarse de la inercia del ajetreo diario, del estrés, las tensiones, las preocupaciones, euforias, prisas, urgencias,... y alcanzar un estado de relajación y equilibrio. Si es necesario, podemos aplicar alguna técnica de relajación o de respiración consciente.

"Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo" (Mt 6, 7-8).



El silencio interior no es obligar a la mente que calle por un tiempo.


Tampoco es poder poner la mente en blanco como si en esto consistiera la terapia.


A la mente la dejaremos como si funcionara sola.

El silencio interior lo debe hacer nuestra consciencia en su misión de observar y contemplar, se da cuando nuestra consciencia contempla toda la actividad de nuestro interior sin "tomar parte en el asunto". Así es cómo nos hacemos conscientes y nuestra consciencia acalla. El silencio interior se da cuando nuestra consciencia está en quietud, observando en silencio, sin adhesiones ni rechazos.

En silencio, nuestra consciencia tendrá presente al Corazón, a Dios, a la palabrería y frenesí del falso yo, al cuerpo, a la psique, al soma,...

Si nuestra consciencia está en silencio, lo que tiene que silenciarse, se silenciará. Y lo que no se silencie, le prestaremos atención y lo escucharemos.

Lo que no se silencia será el dolor: la culpa y la pena. Ver post "el dolor" y "la culpa". Y llega el momento de... ni ojo vio ni oído oyó. Cada cual se las componga con honestidad, franqueza y sinceridad con uno mismo. Cada cual está solo frente a lo suyo.

Recordatorio: nuestro Corazón abarca también nuestras Relaciones, el Corazón de los demás.

Un tercer movimiento contemplativo, junto con el silencio y la escucha, es el asombro, la admiración y la alabanza. Cuando ya vemos a través del dolor, se nos va manifestando la verdadera Realidad: el Corazón, Dios, la Realidad, otros Corazones, las sanaciones, lo que recibimos en vez de lo que esperamos,...

Una oración sin palabras y mucho contenido.
 

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