a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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domingo, 3 de agosto de 2014

La aventura interior y su Guía


El Espíritu Santo (es una persona como otra, especial pero persona) nos llevará y nos enseñará a contemplar, a hacer el silencio, a la escucha, a abrir nuestros sentidos del alma (silenciando por un momento los sentidos corporales): la escucha, como decía, el olfato, a mirar, a tocar, a gustar y degustar, a saborear,....

- para los nihilistas (ateos y demás):
Cuando hablo de Espíritu Santo, de Dios o de Cristo, consideren que todo lo que necesitan lo llevan dentro. Buscar fuera, anhelar cualidades ajenas,... enajena y toma nmbres como codicia, vanidad, egocentrismo, bucles mentales repetitivos,...
Dentro de nosotros, con ese silencio interior y esa contemplación, encontramos a nuestro verdadero yo.
Por ejemplo, cuando la cosas van bien y hay calma en nuestro ambiente, contemplar es disfrutar, es también conocerse y seguir conectado con nuestro ser interior.
Cuando hay problemas, solo desde esa calma interior encontramos el camino. Darle vueltas a la cabeza para dar con la solución es estéril y desgasta mental y sicológicamente.
El camino no se busca ni se contruye. el camino se encuentra, "nos llama". No se suele ver, vamos confiados con el Guía (caminante no hay camino).

La conexión con el yo interior, con nuestro corazón, no es permanente ni estable. Es el estado de santidad, de estar bendecido, como decimos los creyentes. Es como el amor, que hay que alimentarlo.

El volver a conectarse, a religarse (de ahí viene la religiosidad) es realmente la actitud que debe actualizarse a cada momento necesario: volver a empezar, recomenzar una y otra vez.
No es cuestión de no descuidarse, es cuestión de volver a intentarlo. no es cuestión de no caer, es cuestión de levantarse siempre.

cada vez que nos queremos religar es como la primera vez. generalmente no sirven modos aprendidos, ni esquemas conceptuales, ni otras experiencias pasadas convertidas en clichés.

Siempre se hace camino al andar. Siempre todo es nuevo, no hay rutinas ni monotonías. Para ir a donde no sabes, hay que ir por donde no sabes (decía un místico que creo que era san juan de la cruz). Como decía Machado, caminante no hay camino, se hace camino al andar; y cuando volvemos la vista atrás vemos las estelas que no volveremos pisar.
No es que no haya camino. Es que no está hecho, es que no lo vemos y vamos caminando confiados en el Guís.

La subida al monte Carmelo es también imagen de esta aventura interior (ampliar imagen).

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