a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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jueves, 21 de agosto de 2014

Los pasos atrás

 
"Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio" (Rm 8, 28).

Por el hecho de existir, ya somos amados por la Naturaleza (causa segunda, para que no sulfuren los tomistas). Por el hecho de vivir, ya somos amados por la Vida. Cuando nuestra conciencia empieza a sospechar y quiere iniciar el camino de vuelta, se inicia ese diálogo amoroso en el que empezamos a corresponder al Amor de la Naturaleza, de nuestro Corazón: empezamos en verdad a amarnos a nosotros mismos.
«Él le dijo: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?"
Respondió: '"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas' y con toda tu mente; 'y a tu prójimo como a ti mismo."'
Díjole entonces: "Bien has respondido. Haz eso y vivirás"» (Lc 10, 26-28).
No caben medias tintas, como ya vimos. No sirve de nada tener una vela encendida a Dios y otra al demonio. No podemos servir a dos señores. Todo esto es tan estéril e, incluso, más nocivo que ser cerril.
Tal como empezamos a corresponder al Amor, nos amamos a nosotros mismos y a amarnos cada vez mejor. Conoceremos al Amor y así amaremos a los demás. Es un Camino en solitario asistidos y acompañados por el mejor de los Compañeros: el Espíritu de Dios Padre e Hijo, el Espíritu Santo.

Partimos con un grado de consciencia como atrofiado. Se despierta y por el Camino va creciendo y expandiéndose. Siempre sin olvidar nuestros orígenes y condición: partimos de un estado que con el tiempo veremos bien que es bastante lamentable (espiritualmente hablando); y nuestra condición siempre será la de seres sustentados por la Naturaleza (criaturas de Dios, hijos del Padre).

Es decir, nuestra conciencia siempre será limitada, siempre en desarrollo. Recordemos que el Camino es infinito y nada es definitivo. Cristo es la meta, podrá decir alguien. Sí, pero Cristo también es el Camino. Ponerse en Camino es como participar ya de la meta y la victoria.


En esta historia interminable, siempre habrán pasos en falso y retrocesos. Nos dejaremos llevar de nuevo por el falso yo que nos volverá a engañar con sus falsas soluciones facilonas y apetitosas, con su falsa libertad.

Debido a su limitación, la consciencia no alcanza muchas veces a ver sus avances, nos hastiamos y ponemos a prueba a Dios. Todo esto es como un Éxodo interior: salimos de la esclavitud hacia la Tierra Prometida.

Es al dar los pasos atrás cuando nos hacemos conscientes de lo que habíamos avanzado y que acabamos de perder. Llegan los lamentos. Podemos sentir el ego herido... pero, como niños, prontos a levantarse y volver a empezar: volver a separarse del falso yo, volver a clamar, pedir perdón, volver a amar el Camino, el corazón, la Naturaleza, el Espíritu que nos asiste. De todo se aprende: como dice la cita inicial, para los que aman a Dios, todo lo que ocurre es para bien.

Esto es un deporte de fondo. No es tanto ir rápido como ir seguros y mantener la motivación. Como en toda relación amorosa, hay que alimentar el amor a cada ocasión. No es una carrera militar en la que el expediente tiene que estar inmaculado. Superar las caídas son como medallas al honor y a la valentía. La Gracia nos asiste y encima nos condecora. Cada vez que nos levantamos, los ángeles lo celebran.

Serrat canta una preciosa canción de amor, "Lucía":
"No hay nada más bello que lo que nunca he tenido,
nada más amado que lo que perdí".
"Si alguna vez fui sabio en amores
lo aprendí de tus labios cantores;
si alguna vez amé, si alguna día después
de amar amé, fue por tu amor, Lucía".
Donde Lucía es el objeto de amor y nuestro objeto de Amor en el Camino es el Corazón con sus penas, la Naturaleza, el Espíritu de Dios y el Camino mismo.

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