a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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viernes, 22 de agosto de 2014

Ser manso y humilde de corazón

 

El falso yo, carente del sustento de la Naturaleza, siempre querrá construirse una identidad: tribus urbanas como los punks, rockeros y rockabillys, mods, heavys,... construidas por marcas, modas, ideologías, culturas, por la distinción social y gregaria, el glamour,... Unas más estéticas, otras más filosóficas, otras de resistencia, otras socio-económicas,... Vanidad de vanidades.

Una identidad es la máscara de un dolor: un vacío, una crisis, una herida emocional, un bloqueo energético,...; que deja soterradamente (como reprimido en el subconsciente) la actitud de queja y autocompasión: la mejor manera de no responsabilizarse de nosotros mismos y de seguir anclados en la inmadurez. Qué es una identidad cristiana? Todo lo que adjetiva como cristiano pierde su esencia.

Quien lleva una máscara piensa que sin ella no es nadie. Es una de esas cosas que la verdad y la mentira están tan mezcladas que parecen una verdad, algo muy propio del padre de la mentira. Se eleva una cáscara a la categoría de esencia con entidad: una idolatría, un dios muerto.

Por una parte, es verdad que sin la máscara se cree ser una piltrafa. La mentira es que eso es una visión del falso yo. Hay que desmarcarse del falso yo y de todas las identidades que quiera adoptar para poder verse como se es: el verdadero yo. La verdad, si es verdad, no duele ni ofende, sino todo lo contrario. La verdad es amor.

La salvación consta de dejarse querer y amar por Quien ya nos ama, como es la Vida, la Naturaleza, el Espíritu de Cristo. Como sabemos, la sanación del Corazón no depende de nuestras planificaciones mentales ni de nuestros esfuerzos para hacer que todo gire a nuestra conveniencia.

"Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso.
Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; 'y hallaréis descanso para vuestras almas.'
Porque mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11, 28-30).
Qué grandes virtudes son la mansedumbre y la humildad!

En uso de nuestra libertad, hagamos un acto por el que nos vemos en desnudez, mansedumbre, inocencia y libres del falso yo: ser ofrenda.

Amar a la Naturaleza o a Dios poniéndose en sus manos, ofreciéndose con nuestro dolor, con las penas (daños) de nuestro Corazón que corresponden: un acto de confianza plena. Es un verdadero alivio tomar el yugo de Jesucristo que es el dolor, la cruz, porque descansando en Él nos sana, nos restaura. Haciéndose ofrenda, se descansa tanto que relaja, elimina tensiones, aserena, se calma la tormenta; nuestra consciencia se expande, deja de estar dolorida, toma distancia y puede conocer bien el dolor, interpretar correctamente su lenguaje, contemplar la pena y sus razones, presentarlas a Dios y posibilitar nuestra sanación.

Sí, Dios todo lo sabe y es "más íntimo a nosotros que nosotros mismos" (s. Agustín). Somos nosotros quienes tenemos que llegar a ver y saber, ser honestos sin doblez ni engaño, y mostrárselo en ofrenda. Es la Fe y la humildad que nos pide Cristo para realizar el milagro: la consciencia, el conocimiento propio y la segura confianza en Él.

Ser ofrenda es una auténtica demostración con obras de nuestra Fe: en dios y/o en la Naturaleza, en el Amor. Qué grande es tener en Quien confiar, y más si es el Amor!

Es un muy buen modo de empezar el tiempo dedicado en soledad a la contemplación. Y aprendido, lo podemos repetir durante el día al trabajar, al empezar un partido o al ponerse a leer o escuchar música,...
 

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